Tokio Blues (Norwegian Wood)
Haruki Murakami
Tusquets, 2005, 381 pp.

He terminado este libro de Murakami, del cual se dice que es su mejor trabajo. No soy conocedor de la obra del japonés, con éste solo he leído dos novelas, la otra fue “Al sur de la frontera, al oeste del sol” y reconozco que este último título me gustó más.
Siento que “Tokio Blues” es un libro demasiado plano, en el que ocurren pocas cosas pero que no generan emociones, n hay picos altos ni bajos. Con esto no digo que sea un mal libro, por el contrario me parece una obra muy bien escrita, con paisajes interesantes como aquella caminata de Watanabe y Naoko por el bosque en el sitio donde la mujer está en rehabilitación.
He encontrado en muchas reseñas que hablan del caos de Tokio, del smog y otras cosas, sensaciones que no percibí, no sentí el libro tan urbano, aunque menciones calles y otros elementos citadinos, tal vez porque muchas de sus acciones se desarrollan en habitaciones. Sí me dejó la sensación de un Japón rural lleno de colores.
Algo que destaco es la forma en que está ligada la canción de los Beatles, “Norwegian Wood”, con el desencadenamiento de los recuerdos y lo que ocurre en la historia:
I once had a girl, or should I say, she once had me…
She showed me her room, isn’t it good, norwegian wood?
She asked me to stay and she told me to sit anywhere,
So I looked around and I noticed there wasn’t a chair.
I sat on a rug, biding my time, drinking her wine
We talked until two and then she said, «It’s time for bed»
She told me she worked in the morning and started to laugh.
I told her I didn’t and crawled off to sleep in the bath
And when I awoke, I was alone, this bird had flown
So I lit a fire, isn’t it good, norwegian wood.
Claro que, a pesar de que la historia tenga su base en una canción, no sentí la novela tan musical como “Al sur de la frontera…”, a pesar de que Watanabe trabaje en una tienda de discos.
Más allá de eso encuentro una historia de un amor fiel, de un amor entre dos personas que buscan entregarlo todo y conservarse hasta el final para el otro, sin importar lo que el destino tenga preparado. También nos muestra que es posible desatarse de ese amor, así se haya jurado eterna fidelidad. Tal vez en esa libertad es donde verdaderamente radica esa fidelidad, en que puede permitir dejar abierta la puerta para que ese amor salga y regrese cuando sea el momento adecuado.
Es posible que eso haya ocurrido con Watanabe sentado en el avión, recién llegado a Alemania, al momento d escuchar la canción de los Beatles: descubrió que era el momento de hacer cuentas de esa libertad y descubrir que siempre había mantenido fidelidad a ese amor que, de una u otra manera, le había permitido abrir las alas. De ahí el recuerdo, la nostalgia y, tal vez, el cierre del círculo.