El nuevo álbum de los hermanos Followill me causó mucha sorpesa. Primero, porque se aleja de ese estilo rock sureño – punk que había sido el patrón sonoro en sus dos anteriores producciones y se adentra hacia la experimentación, bastante progresiva en algunos cortes. Ya no suenan a The Allman Brothers Band con Sex Pistols, no, ahora suenan a los Allman pero con una trabajo muy serio de ingeniería; segundo, porque se nota que su vocalista, Caleb Followill, ha madurado. No solo en la parte vocal sino también en cuanto a su faceta de compositor, con letras muy serias y poéticas que algunos han llegado a comparar con las Neil Young o Leonard Cohen. No sé hasta que punto se pueda hacer este parangón, pero se está buscando el equilibrio; tercero, cuando ya me estaba entusiasmando, entra el disco en una onda que rompe con todo lo anterior, pero de todos modos no llegó a aburrirme. Fue como estar ante el momento de transición del grupo, con la experimentación por un lado y por el sonido sureño en otro. Realmente es un trabajo que vale la pena y nos muestra que estos jóvenes de Nashville están en constante evolución.