MARC BASSETS (Corresponsal en Berlín)La Vanguardia, 23 de enero de 2006. Albert Camus y Vladimir Nabokov fueron guardametas. El escritor húngaro Péter Esterházy fue futbolista y su hermano Márton llegó a jugar con la selección de Hungría en el Mundial de México, en 1986. Cuando era pequeño, Javier Marías era extremo izquierdo y llevaba el dorsal número 11 como su ídolo en el Real Madrid, Gento, pero acabó decidiéndose por la literatura. Aunque no haya inspirado tanta literatura como otros deportes, el fútbol fascina desde hace tiempo a muchos escritores. Cuando faltan cinco meses para el Mundial de Alemania, y en el marco del programa cultural que acompaña al evento deportivo, autores como el propio Esterházy, el sueco Henning Mankell, la camerunesa francófona Calixthe Beyala, el británico Tim Parks y el español Marías, entre otros, se congregaron este fin de semana en Berlín para debatir sobre la relación entre dos mundos aparentemente ajenos.
 
El futbolista y el escritor
 
¿Pueden compararse el fútbol y la literatura? «Un buen partido de fútbol es una buena historia», dijo el autor de novela negra Mankell. Según Calixthe Beyala, a la que el Frankfurter Allgemeine Zeitung ha descrito como «una superestrella de la literatura en Francia y África», el escritor y el futbolista buscan ambos que su público les quiera. El espectador de un partido de fútbol, prosiguió, intenta influir en el resultado animando a su equipo; lo mismo haría el lector que reinventa una novela con cada lectura. «La literatura, como el fútbol, hace soñar. El balón es redondo como la tierra, como el vientre de la madre protectora, como el sol. Cuando un futbolista chuta al aire, parece que el balón vaya a tocar las estrellas. En la literatura también hay un deseo de tocar las estrellas, de ir más allá de la vida cotidiana», añadió Beyala. Marías, seguramente el autor español de más prestigio en Alemania, discrepó: «Cuando escribo y estoy haciendo un pasaje complicado o que yo juzgo de particular belleza, a veces tengo la sensación, quizá equivocada, de estar tocando el piano o algo que sólo he hecho en un salón: que estoy toreando…»
 
¿Cómo escribir de fútbol?
 
Tim Parks, que ha escrito sobre el fútbol italiano, fue el más pesimista al referirse a las dificultades para poner en palabras un partido de fútbol. «Lo peligroso de escribir sobre fútbol es que lo que uno escribe no es interesante, lo interesante es lo que ocurre en el campo». «Es perfectamente posible escribir de fútbol», dijo en otro momento Marías, quien evocó la «figura trágica del futbolista», un profesional que se retira a los treinta y pocos años. «El destino trágico de un jugador es que siempre será el que fue», dijo. Calixthe Beyala y el húngaro Esterházy se enzarzaron en un vivo debate sobre fútbol y lenguaje que, en realidad, refleja dos escuelas literarias opuestas. El húngaro señaló la infinidad de sinónimos que los locutores usan para designar la pelota. La africana defendía el uso de metáforas para abordar la descripción del deporte. «¿Qué metáforas ha inventado usted?», le preguntó Beyala a Esterházy. Éste respondió: «Creo que una pelota es una pelota. Si hay que decir quince veces pelota, pues se dice, y ya está».
 
Dos mundos separados
 
El sueco Per Olov Enquist recordó que es muy distinta la perspectiva del espectador -y por tanto, la del escritor- de la del entrenador o el jugador. «Desde abajo lo que se ve es un caos de piernas», dijo. Los esfuerzos de muchos escritores por aproximar el fútbol y la literatura se diluyeron en el debate final, el sábado por la noche, cuando cuatro escritores se enfrentaron a cuatro personas procedentes del mundo futbolístico: una jugadora, un árbitro, un entrenador y un ex jugador. Entonces quedó claro que deportistas y literatos hablan de cosas distintas cuando hablan de fútbol. El escritor austriaco Franzobel y Javier Marías evocaron el fútbol de antaño, cuando supuestamente había más humor en la cancha. «Con permiso -terció el árbitro Bernd Heynemann-. Ustedes no pueden juzgar porque no están en el campo. Les puedo decir que todavía hay diversión».