
Una nueva entrega de la saga del 007 con un nuevo actor encarnando al mítico Bond. La película es entretenida, con todos los elementos característicos de las otras aventuras del agente secreto británico: mucha acción, muchas acrobacias, mujeres hermosas que nunca sobreviven, romance, disparos, nuevas tecnologías en armamentos y en vehículos.
En esta ocasión, Bond empieza su vida como agente 00, es decir, con licencia para matar, y en esta primera misión debe evitar que un banquero gane una partida de póquer y destine ese dinero (110 millones de dólares) para financiar el terrorismo.
Por un momento es posible pensar que el cuarentón que vemos en la pantalla apenas esté cumpliendo con su primera misión como agente capacitado para matar. A esto le podemos sumar todo el desarrollo tecnológico que vemos y decimos “no, no puede ser la primera vez de Bond”. Sin embargo, viéndolo desde otro punto de vista, es la mejor manera de revitalizar al personaje, de replantear su posición en los conflictos mundiales: ya no hay guerra fría, ahora hay que luchar contra el terrorismo. Tenemos un nuevo actor, Daniel Craig, que no lo hace mal y supera a Pierce Brosnan y, de lejos, a Timothy Dalton, pero no borra a los míticos Sean Connery o Roger Moore. Obviamente es su primera cinta y se le debe dar un compás de espera. James Bond promete más.
Hola, por primera vez le gasté entrada a Bond, James Bond y aunque no me entusiasman la pelis de acción, ésta vez salí contento. Es una apuesta por la renovación audáz si se piensa en los fieles seguidores del flemático inglés, pero las generaciones cambian, los lenguajes y los héroes también. Ya era hora de que 007 fuera humano y algo creíble. Volveré a ver al nuevo Bond en pantalla gigante.